No siempre cojo el teléfono mientras estoy evaluando a algún alumno, pero hay veces que cuando suena el timbre no dudas en cogerlo casi como un acto automático que no pasa por tus decisiones.
Hoy he tenido una
de esas llamadas, desde el otro lado, una voz emocionada me preguntaba, cómo
podían hacer, para informar de la mejor
manera posible a un niño que volvía tan contento de una excursión, de la muerte
súbita de su padre, .
Existe un instinto
innato por proteger a los niños de cualquier experiencia dolorosa y hablar
de la muerte se nos hace difícil, y comunicarlo también. Al dolor que nos
provoca la noticia, lo tenemos que envolver de templanza y empatía, para acompañar
en este momento inevitable que a todos nos toca pasar, porque nos pese la
muerte es parte de la vida.
Pero.. ¿cómo
podemos informar de la mejor manera a un niño que se ha muerto su padre o su
madre?. ¿cómo se lo digo?, ¿es lo suficientemente mayor para comprenderlo?,
¿será mejor decirle que se ha ido de viaje?, ¿a partir de qué edad debe ir a un
funeral? Aquí os dejo algunas sugerencias que os pueden guiar en este momento
tan difícil
- No dejes pasar el tiempo, hay que afrontar la noticia, y es mejor que se entere de una manera adecuada que dejarle la sensación de “no comprender lo que pasa”
- Para
comunicárselo hay que buscar un momento y un lugar tranquilo, háblale de
una forma calmada o pausada, aunque
lloren… hay que poner nombre a sus emociones —rabia,
ira, tristeza…— para que se calmen, dejando siempre que se expresen, y
sepan que lo que sienten es normal. Empieza con una introducción y prepare
al niño para la noticia. Quizás pueda decir: “¿sabes? Ha pasado algo muy
triste, tu padre se ha puesto muy malito de repente. Aunque según los expertos no es
conveniente dosificar mucho la información; es decir, hoy le cuento una
parte para que se vaya preparando y sepa que algo no va bien, y en unos
días le digo que ha fallecido». Según Carlos Pitillas esta táctica acarrea
el problema de que se retrasa el duelo del niño. Hay que prepararlo pero
cuanto antes se le diga mejor.
- Y lo primero que hay que tener en cuenta es la edad del niño para hablarle de manera adecuada a su proceso de comprensión. Señalan los expertos que existe una falsa creencia de que entre los dos a cinco años los niños no se enteran de nada por ser muy pequeños. Bien es cierto que no sienten como los adultos, pero sí que son capaces de sentir la perdida y llorar la muerte.
- Es a partir de los 3 años cuando el niño empieza a desarrollar su capacidad simbólica, por lo que ya es conveniente hablar del tema aunque ajustándonos a su lenguaje. No se debe esconder o negar el fallecimiento, por ejemplo, diciendo que se ha marchado de viaje, o que se ha dormido para siempre, lo que le generará miedos al viajar o al irse a la cama. Antes o después descubrirá la verdad y sentirá que se le ha ocultado por ser un tema muy malo, lo que determinará su percepción de la muerte y aumentará sus temores y angustia. En esta edad lo que más les afecta a un niño es cómo están sus padres. Los niños se enteran de todo lo que pasa a su alrededor y tienen una doble afectación: lo que ellos viven y lo que perciben de sus padres. No es cuestión de hacer como si no pasara nada, hay que mostrar las emociones pero de una forma serena y pausada.
- A partir de los seis años ya pueden entender el significado de la muerte, pero no lo que supondrá para su vida. A estas edades, hay que transmitir la falta de un ser querido con veracidad. En la adolescencia sus capacidades de compresión y su desarrollo intelectual están mucho más evolucionados, y saben perfectamente que significa la muerte, no tendremos tantas preguntas pero estamos en la etapa dónde los sentimientos están más a flor de piel, la revolución hormonal, y la conducta impulsiva de los adolescentes, hace que más que nunca sea muy necesario que se hable de lo que estamos sintiendo, expresar todos los emociones, y pasar tiempo con ellos. Con frecuencia la rebeldía, típica de esta edad, se exacerba y hay que tener especial atención al consumo de alcohol y otras sustancias.
- Hay que volver a la rutina, cuanto antes mejor, y es que no hay cosa mejor que la vida siga para superar la muerte de un ser querido.
- Algo
que ayuda mucho a los niños a lidiar con este trago es darle la oportunidad de hacer algo en memoria
de la persona que ha fallecido: prender una vela, plantar un árbol,
hacer un álbum de recortes, escribirle una carta….
- Y
como no, con los más pequeños usar el cuento
como terapia, aquí os dejo una maravilla que he descubierto hace poco:
MAX Y SU SOMBRA; JOSÉ LUIS
REGOJO el autor nos la describe así: "Es una historia entrañable,
entre un chico y su sombra, un diálogo dónde los silencios, son más
importantes que las palabras".
Muchas gracias por tu comentario. jose luis
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